La Leyenda de Teresa Fidalgo: La chica de la Curva

La chica de la curva

En el vasto universo de las leyendas urbanas, pocas historias han capturado la imaginación y el temor como la de Teresa Fidalgo, conocida como la Chica de la Curva. Esta enigmática figura ha transcendido fronteras y perdura en el tiempo como un enigma sin resolver. Acompáñanos en un viaje a través de los recovecos de esta fascinante narrativa que oscila entre lo real y lo sobrenatural. El Trágico Destino de Teresa Fidalgo El origen de esta misteriosa leyenda se remonta a 1983, cuando Teresa Fidalgo tuvo un fatídico accidente en la carretera de Sintra, Portugal. Según los registros, Teresa circulaba bajo los efectos del alcohol el día antes de su boda, cuando perdió el control de su vehículo en una peligrosa curva. Este trágico incidente se convirtió en el punto de partida de una narrativa que perdura en el tiempo, dando lugar a una figura cuya presencia parece trascender los límites de la realidad. Teresa era descrita como una joven de gran belleza y encanto, cuyo futuro prometía una vida llena de promesas y felicidad. Sin embargo, su destino dio un giro inesperado en aquella fatídica noche. Su trágico final en la solitaria curva de Sintra ha dejado una marca indeleble en la memoria colectiva. Encuentros Sobrenaturales A lo largo de los años, numerosos testimonios han hablado de encuentros perturbadores con la enigmática Teresa Fidalgo. Conductores nocturnos aseguran haber vislumbrado una figura vestida de blanco en la peligrosa curva donde ocurrió el accidente. Al acercarse, la misteriosa presencia se desvanece, dejando una sensación de inquietud y asombro en su estela. Estos relatos aportan una dimensión aún más misteriosa a la leyenda, sugiriendo que el espíritu de Teresa podría estar en búsqueda de algo, o tal vez intentando comunicar un mensaje del más allá. La naturaleza efímera de estos encuentros alimenta el aura de enigma que rodea a la Chica de la Curva. El Trágico Encuentro de 1988 Cinco años después del fatídico accidente de Teresa, tres jóvenes, David, Tiago y Tania, se aventuraron por la misma carretera. David, equipado con una cámara de vídeo, grabó la travesía sin imaginar el giro terrorífico que tomaría su noche. Al cruzarse con una figura en la carretera, decidieron ofrecerle dar la vuelta. Resultó ser Teresa Fidalgo, que les señaló la curva donde ella murió. Los chicos, asustados, tuvieron un accidente en esa misma curva, que acabó con la vida de Tiago y Diana. La conexión entre el relato de David y la historia de Teresa plantea preguntas intrigantes sobre la autenticidad de la experiencia. El hecho de que la cámara continuara grabando durante el caos añade un elemento de evidencia que ha mantenido viva la discusión sobre la veracidad de los eventos. El Enigma de Teresa: Realidad o Leyenda? La pregunta que persiste es si Teresa Fidalgo es un espíritu atormentado o si su historia es una creación de la imaginación colectiva. Algunos creen firmemente en la veracidad de los eventos, mientras que otros sugieren que la leyenda ha sido moldeada y amplificada a lo largo de los años, convirtiendo a Teresa en un ícono del folclore urbano. La policía confiscó el vídeo grabado por David durante el accidente, lo que ha alimentado las especulaciones sobre la autenticidad de la historia. Este acto ha generado debates y teorías que continúan rodeando la historia de la Chica de la Curva. Teresa Fidalgo, o la chica de la curva no está sola en el panteón de leyendas urbanas que involucran carreteras y presencias sobrenaturales. A lo largo de la historia, estos relatos han capturado la atención y la imaginación de personas de diferentes culturas, sirviendo como recordatorio de lo inexplicable que yace en las intersecciones de lo conocido y lo misterioso. Estas narrativas conectan a la humanidad a través de experiencias compartidas de lo desconocido. En nuestra mitología moderna, la chica de la curva es nuestra guía. Una aparición sobrenatural, un espíritu que ayuda a las personas a salir indemnes de los peligros de las carreteras. Su figura puede rastrearse y, ya en la Edad Media, encontramos la misma historia. Solo que en vez de coches, había carros. Y en vez de carreteras, bosques. Viendo cómo las historias se reinventan y adaptan a los tiempos, quizás en unos años la autoestopista fantasma pase a ser la autoestopista galáctica. Probablemente no lo veamos, pero ahí queda.

La historia de la motocicleta: una emocionante aventura

¿Te has preguntado alguna vez cuál es la historia de la motocicleta? Desde sus humildes orígenes hasta las poderosas máquinas que conocemos hoy en día. ¡Prepárate para embarcarte en un emocionante viaje a través del tiempo sobre dos ruedas! Orígenes de la Motocicleta La historia de la motocicleta está estrechamente vinculada con la de la bicicleta. Fue a partir de la bicicleta más simple que se empezó a construir lo que hoy conocemos como moto. Sin embargo, como en toda historia, siempre hay controversias. Algunos historiadores atribuyen los orígenes de la motocicleta al americano Sylvester Howard Roper, quien en 1868 tuvo una visión innovadora: ¿Qué pasaría si le adaptara un motor de vapor a una bicicleta? Con esta idea, Roper construyó una máquina que muchos consideran como la primera motocicleta de la historia. Pero la controversia no termina ahí. Otros expertos afirman que la verdadera primera motocicleta fue creada por dos alemanes, Wilhelm Maybach y Gottlieb Daimler, en 1885. Esta máquina tenía un motor de combustión interna, lo que la diferencia de la invención de Roper. Independientemente de quién fue el verdadero pionero, lo cierto es que ambas creaciones marcaron el inicio de la fascinante historia de la motocicleta. Evolución de la motocicleta Con el paso de los años, las motocicletas experimentaron una evolución asombrosa. En la década de 1900, se empezaron a diseñar motos con dos y hasta cuatro cilindros, superando las monocilíndricas del siglo anterior. Con un diseño más sofisticado y mayor potencia, las motocicletas ganaron popularidad frente a otros medios de transporte de la época. En la década de 1920 y 1930, las motocicletas se volvieron cada vez más rápidas y sofisticadas. Modelos como la Speed Twin de Triumph y la Brough Superior marcaron el comienzo de las grandes cilindradas. Las motos japonesas también ingresaron al mercado, ofreciendo diseños avanzados y un rendimiento extraordinario. La década de 1970 trajo consigo la llegada de las superbikes, como la Honda CB750, que maravilló por su motor de cuatro cilindros en línea y sofisticación. Las motocicletas siguieron evolucionando, siendo más rápidas y potentes, hasta llegar a la década de 1990, cuando las superbikes alcanzaron velocidades impresionantes de más de 241 km/h. Tipos de motocicletas A lo largo de la historia, también surgieron diferentes tipos de motocicletas para satisfacer diversas necesidades y preferencias. El Scooter o ciclomotor, con su diseño práctico y cómodo, se hizo popular en la década de 1900 y en los años posteriores, especialmente con la famosa Vespa italiana. Los scooters se convirtieron en vehículos urbanos ideales para desplazarse por la ciudad. Además, el sidecar, un carro con una rueda lateral que se unía a un lado de la motocicleta, brindaba la opción de llevar a un pasajero y se convirtió en una curiosa alternativa en los años 1910. La moto del futuro Con el avance de la tecnología, se espera que las motos del futuro sean más eficientes, sostenibles y seguras. Los avances en motores eléctricos y baterías prometen una nueva era de motocicletas eléctricas, silenciosas y respetuosas con el medio ambiente. En Invicta Electric, seguiremos contándote las novedades y avances en el mundo de las motocicletas para que estés al tanto de todo lo relacionado con este apasionante mundo sobre dos ruedas. Así que únete a nosotros en este emocionante viaje a través de la historia de la motocicleta y descubre todo sobre estos maravillosos vehículos que han dejado una huella imborrable en la cultura y el corazón de los amantes de la aventura y la libertad sobre dos ruedas. ¡Vamos a rodar juntos hacia nuevos horizontes en el mundo motero!

La curiosa historia del patinete eléctrico

¿Cuál es la historia del patinete eléctrico? El patinete eléctrico se ha convertido en una parte esencial de la movilidad urbana moderna, y su popularidad ha crecido exponencialmente en las últimas décadas. Sin embargo, su historia es más larga y fascinante de lo que muchos podrían imaginar. Desde los humildes comienzos del Autoped en 1915 hasta la actualidad, los patinetes eléctricos han experimentado un emocionante viaje de evolución y adaptación. Los inicios: Autoped y el nacimiento del patinete eléctrico En 1915, el Autoped, el primer patinete eléctrico, llegó a las calles de Nueva York. Aunque este fue un renacimiento de la idea, ya que los patinetes eléctricos habían sido concebidos en el pasado, fue el Autoped el que captó la atención del público y estableció las bases para la movilidad personal eléctrica. Los primeros patinetes encontraron rápidamente un nicho en la sociedad, especialmente entre las mujeres recién independizadas. Fueron vistos como símbolos de libertad y movilidad para las mujeres, quienes adoptaron el vehículo con entusiasmo. Además, el Autoped fue utilizado por carteros y oficiales de policía para facilitar su trabajo en la ciudad. Historia del patinete eléctrico: Dificultades y resurgimiento A pesar de su popularidad inicial, los patinetes eléctricos enfrentaron desafíos regulatorios en su momento, al igual que lo hacen hoy. La falta de regulaciones específicas en aquel entonces condujo a un desajuste entre la demanda pública y la implementación de leyes, y esta situación se ha repetido en la actualidad. Tras una breve pausa, el patinete eléctrico experimentó un resurgimiento en la década de 1980, cuando Go-Ped lanzó los primeros patinetes a gas. Sin embargo, fue en la década de 1990 cuando las baterías de iones de litio permitieron que los patinetes eléctricos se convirtieran en una opción viable y ecológica para el transporte personal. Del juguete a la movilidad sostenible Empresas como Micro y Razor llevaron los patinetes eléctricos a un público más amplio, pero todavía se percibían como juguetes en lugar de medios de transporte serios. Sin embargo, la visión del empresario suizo Wim Ouboter de crear un patinete adulto para distancias cortas en la ciudad demostró ser acertada. Hoy en día, los patinetes eléctricos han recorrido un largo camino desde los primeros Autopeds. Gracias a los avances tecnológicos, los patinetes eléctricos son más ligeros, ágiles y cuentan con una mejor suspensión. Son una solución popular y sostenible para el «problema de la primera/ última milla» en la movilidad urbana, facilitando el desplazamiento rápido y eficiente en las ciudades congestionadas. El futuro de los patinetes eléctricos El auge actual de los patinetes eléctricos está destinado a crecer, ya que las ciudades se vuelven más grandes y se requieren soluciones de transporte eficientes y ecológicas. Sin embargo, el desafío actual radica en hacer que esta tendencia sea sostenible. En Invicta Electric, creemos en la importancia de la innovación y el desarrollo continuo para ofrecer patinetes eléctricos que cumplan con las necesidades de los usuarios modernos y la sostenibilidad ambiental. Con una rica historia en la evolución de los patinetes eléctricos, nos enorgullecemos de ser parte de la revolución de la movilidad urbana y continuaremos trabajando para ofrecer soluciones eficientes y responsables para el transporte personal en las ciudades del futuro. ¡Únete a la revolución de la movilidad con Invicta Electric!

La fascinante historia de la bicicleta

¿Alguna vez te has preguntado cuál es la historia de la bicicleta? Ese vehículo de dos ruedas que ha encantado a millones de personas en todo el mundo, tiene una historia que se remonta a varios siglos atrás. Desde sus humildes inicios como un artilugio de madera hasta su evolución hacia una máquina de transporte revolucionaria, la bicicleta ha dejado una huella imborrable en la historia de la movilidad y el deporte. Acompáñanos en un viaje a través del tiempo para descubrir cómo la bicicleta se convirtió en una de las invenciones más populares. Los inicios de la historia de la bicicleta Los primeros indicios de la bicicleta se remontan al siglo XV, cuando el inventor italiano Giovanni Fontana construyó un artefacto conocido como «caminar sobre ruedas«. Este ingenioso dispositivo consistía en una plataforma con ruedas que se podía impulsar con los pies en el suelo, pero no tenía pedales. Aunque no se parecía mucho a la bicicleta moderna, este fue el primer paso hacia la creación de un medio de transporte de dos ruedas. El velocípedo: la era de las bicicletas de madera A mediados del siglo XIX, en 1817, el barón alemán Karl Drais inventó el «draisiana» o «máquina de correr», un artilugio de madera con dos ruedas que se impulsaba mediante el empuje de los pies en el suelo. Este invento fue el primer precursor de la bicicleta y permitió a las personas desplazarse más rápido que a pie, aunque aún no tenía pedales. Posteriormente, en la década de 1860, los velocípedos de madera comenzaron a aparecer en Europa. Estos velocípedos tenían pedales montados en la rueda delantera y un diseño más cercano al de las bicicletas modernas. Sin embargo, eran incómodos y difíciles de maniobrar, lo que limitaba su popularidad. La bicicleta de seguridad: una revolución en el transporte El gran salto en la evolución de la bicicleta se produjo en la década de 1880 con la invención de la «bicicleta de seguridad«. Este nuevo diseño presentaba una rueda delantera más grande y una trasera más pequeña, lo que mejoraba significativamente la estabilidad y facilitaba la conducción. Además, la bicicleta de seguridad tenía una cadena que conectaba los pedales con la rueda trasera, permitiendo a los ciclistas impulsarse de manera más eficiente y cómoda. Esta innovación desencadenó una auténtica revolución en el mundo del transporte. La bicicleta de seguridad se convirtió en un medio popular de movilidad, especialmente entre las mujeres, quienes encontraron en ella una mayor libertad y autonomía. La bicicleta también se utilizó con fines deportivos y de competición, dando lugar a la creación de carreras ciclistas y clubes ciclistas en todo el mundo. La era de la bicicleta moderna A medida que avanzaba el siglo XX, la bicicleta siguió evolucionando con la introducción de nuevos materiales y tecnologías. La bicicleta de acero reemplazó a la de madera, lo que la hizo más ligera y resistente. Luego, en la década de 1970, surgieron las bicicletas de aluminio y fibra de carbono, proporcionando un mayor rendimiento y comodidad. En la actualidad, las bicicletas eléctricas han ganado popularidad, ofreciendo una opción más sostenible y eficiente para el transporte urbano. Estos avances tecnológicos, combinados con el creciente interés en el ciclismo como deporte y estilo de vida saludable, han asegurado que la bicicleta siga siendo un medio de transporte querido y valorado en todo el mundo. En conclusión, la historia de la bicicleta es un emocionante viaje a través del tiempo, desde sus modestos orígenes como un artefacto de madera hasta convertirse en un icono global de movilidad y deporte. La bicicleta ha demostrado ser una invención atemporal que ha dejado una profunda impresión en la sociedad, fomentando la sostenibilidad, la salud y la conexión con el entorno que nos rodea. Hoy en día, la bicicleta continúa siendo una fuente de alegría y utilidad para millones de personas, y su legado perdurará en las generaciones futuras como un símbolo de libertad sobre dos ruedas.

La trágica historia del primer coche volador

primer coche volador

En las últimas décadas del siglo pasado, la ciencia ficción imaginaba un futuro cercano en el que los cielos de nuestras ciudades estarían llenos de coches voladores. Uno de los vehículos que alimentó esta leyenda fue el AVE Mizar, el primer coche volador que despegó y pero acabó trágicamente. El 11 de septiembre de 1973, unos ingenieros aeronáuticos realizaban unas pruebas con un coche volador que ellos mismos diseñaron. Lo llamaron AVE Mizar, una mezcla entre un Ford Pinto y las alas de una Cessna Skymaster. Unos ingenieros dispuestos a todo La historia comenzó en el año 1971, con la fundación de la empresa Advanced Vehicle Engineers (AVE). Sus fundadores, Harry A. Smolinsky y Harold Blake, ambos ingenieros aeronáuticos, estaban empeñados en construir el primer coche volador de la historia. Y es que, aunque anteriormente se habían presentado ya varios prototipos, todavía ninguno había logrado alzar el vuelo. Para ello, tomaron un Ford Pinto y le unieron las alas y la parte trasera de un avión civil (Cessna Skymaster). La cabina y el motor delantero del avión se eliminaron, las alas se colocaron en el techo y el motor trasero del avión se puso sobre el maletero del Ford. Además de las modificaciones del exterior, al interior se le tuvo que equipar con el cuadro de mandos típico de avión que incorporaba medidores de altitud. Todas estas modificaciones no fueron a cualquier precio, de hecho los gastos ascendieron a dos millones de dólares de la época. Lo que hoy en día sería una cantidad mucho más grande. Invirtieron alrededor de dos millones de dólares en ensamblar este peculiar híbrido y adaptar los controles para que funcionara tanto como coche como avión. Este revolucionario vehículo volador debía alcanzar una velocidad de crucero de 130 kilómetros por hora y elevarse a más de 3.650 metros. Hora de probar el primer coche volador Después de tan solo dos años desde su concepción, el «Flying Pinto» realizó su esperado primer vuelo de prueba. El piloto Charles Janisse fue el elegido para pilotar la nave. Aunque durante el vuelo se presentó un fallo en el ala derecha que obligó al piloto a realizar un aterrizaje de emergencia en un campo de judías, el experimento fue considerado un éxito en general. El entusiasmo no se hizo esperar y Smolinsky y Blake rápidamente alcanzaron un acuerdo con Galpin Ford para que distribuyera el AVE Mizar en el mercado, con un precio de venta al «asequible» precio de 15.000 dólares. La noticia del «Flying Pinto» se propagó rápidamente, generando gran interés en el público y la prensa. Muchos estaban ansiosos por la idea de un vehículo híbrido que pudiera funcionar como coche y avión, y se esperaba que el AVE Mizar abriera nuevas posibilidades en la movilidad personal. A pesar de este trágico suceso, el sueño de los coches voladores no ha desaparecido y la tecnología de vehículos voladores sigue siendo objeto de investigación y desarrollo en la actualidad. A lo largo de los años, se han realizado avances significativos en el campo de la movilidad aérea urbana, con varias empresas e investigadores trabajando en la creación de vehículos voladores seguros y eficientes. Sin embargo, la historia del primer coche volador, el Aerocar, siempre será recordada como un hito importante en la búsqueda de la movilidad aérea personal. La tragedia del primer coche volador Sin embargo, como dice el refrán, «en la vida hay que tener los pies en el suelo». Un día estás en las nubes y al día siguiente puedes caer en picado. Esto se hizo evidente el 11 de septiembre de 1973, cuando Charles Janisse no pudo realizar otro vuelo de prueba en el aeropuerto del Condado de Ventura. En un arrebato de entusiasmo por su reciente éxito, Harry y Harold, decidieron realizar el ensayo por su cuenta, sin la supervisión de la policía o los bomberos. El resultado fue desastroso. Después de solo dos minutos de vuelo, el ala derecha se desprendió del coche, que se desplomó inmediatamente. Según algunos testigos del lugar, el coche se estrelló contra un árbol, cayó sobre una camioneta y comenzó a arder. Trágicamente, Harry y Harold murieron en el accidente. A partir de ese momento, la historia del Ford Pinto volador llegó a su fin, justo antes de que comenzaran a surgir críticas sobre su versión terrestre. Aunque fue un éxito de ventas en la década de 1970, el Ford Pinto tenía una carrocería débil que se deformaba en colisiones. Por ello, las puertas se bloqueaban y se convertía en una trampa mortal en caso de incendio, algo que ocurría con frecuencia debido a que su depósito de combustible estaba ubicado detrás del eje trasero y era propenso a explotar. Este incidente se sumó a la lista de fracasos automovilísticos de la historia. Eso sí, fue uno de los pocos coches que logró alzar el vuelo en la historia.

¿Conoces la historia de los coches eléctricos?

Pasa un coche eléctrico por la calle sin apenas hacer ruido, salvo por el leve y característico zumbido de su motores, y todos los transeúntes se giran al verlo pasar. Y no solo los peatones, los otros automovilistas también se giran al verlo y lo miran cuando se detiene en el cruce. Su precio es elevado, es un coche de lujo. Su diseño y fama han hecho que se genere una increíble demanda para comprar uno. Esta escena podría haber ocurrido ayer y el coche ser cualquier Tesla de la gama actual, pero ocurrió a principios del siglo XX, en Estados Unidos, y el coche probablemente fuera un Fritchle o un Detroit Electric. Se nos presenta el coche eléctrico como el automóvil del futuro. Quizá lo sea, pero también es cierto que es una vieja idea que simplemente se pone al día. Esta es la historia del coche eléctrico en un formato breve. El primer coche eléctrico data de 1834, mientras que el motor de combustión interna, más complejo que un motor eléctrico, no llegó hasta 1861. La comercialización de coches eléctricos comenzó en 1852, pero esos primeros vehículos eléctricos no usaban baterías recargables. Éstas no llegarían hasta finales del siglo XIX gracias a los invenciones de los franceses Gaston Planté y Camille Faure. Las baterías recargables propiciaron el auge del coche eléctrico En 1852, Gaston Planté inventó la batería recargable de plomo y ácido. Pero su fabricación a nivel industrial no era posible. Fue en 1880 que Camille Faure inventó un procedimiento electroquímico llamado masa activa que aumentaba la capacidad de carga de la batería de Planté. La fabricación a nivel industrial de la batería recargable de plomo y ácido sería a partir de entonces una realidad comercial. El poder recargar la batería hizo que el coche eléctrico se impusiera como el automóvil por excelencia a principios del siglo XX. El coche eléctrico es tan antiguo como el propio automóvil y a principios del siglo XX parecía ser el futuro. En la década de 1890 en Europa, el fabricante austriaco de carruajes Jacob Lohner estaba convencido que la era de los carruajes tirados por caballos llegaba a su fin. Lo tuvo claro al volver de un viaje a Estados Unidos y deseaba convertir su empresa en fabricante de automóviles, tanto eléctricos como de motores de combustión interna. Así, le encargó a un joven ingeniero que trabajaba en Viena, un tal Ferdinand Porsche, la creación de lo que sería esencialmente un coche eléctrico. Lohner pensaba que se vendería mejor un coche eléctrico, pues a muchos clientes potenciales no les gustaban los humos ni el ruido de los primeros coches con motor de combustión interna. En 1898, Ferdinand Porsche desveló lo que sería su primer coche, el Egger-Lohner P1. Era capaz de alcanzar 34 km/h y recorrer hasta 79 km con una carga. El P1 sería todo un éxito para Lohner. Le seguirían una multitud de modelos eléctrico e incluso híbridos, como el Semper Vivus, fruto de la colaboración de Ferdinand Porsche con Lohner. El “One Hundred Mile Fritchle” o el Tesla Model S de 1908 Lo que vio Jacob Lohner al otro lado del Atlántico fue el auge imparable de los coches eléctricos. El primero de ellos, se vendió en 1890 por William Morrison of Des Moines, Iowa. Pero el líder indiscutible del mercado de la época era Fritchle, fundada por Oliver O. Fricthle, un químico instalado en Denver. Fritchle ganó fama al arreglar las baterías de los automóviles de la zona, pero también se dio cuenta que podría mejorar las baterías que le traían y por tanto crear un mejor coche. Fritchle vendió su primer coche en 1906 y en 1908 la Oliver P. Fritchle Company abrió su primera tienda en Colfax Avenue, Denver. Para darse a conocer, Fritchle aseguraba que su coche podía recorrer hasta 100 millas (160 km) en llano tras recargar su batería toda la noche. Como nadie le creyó, se montó su particular road-trip demostrando así la veracidad de su anuncio. Los pedidos para el “One Hundred Mile Fritchle” empezaron a llegar desde todos los rincones del país. Fritchle había diseñado su coche pensando en las damas de la alta sociedad de las Rocky Mountains. Y es que, dicen, que las mujeres preferían los coches eléctricos a los de gasolina porque eran sencillamente más limpios. Así, el coche de Fritchle era espacioso y podía subir las fuertes pendientes de la región de Denver. De ahí su excelente autonomía de hasta 100 millas en llanuras. En 1912, Fritchle abrió una tienda en la Quinta Avenida de Nueva York. Su factoría todavía no había empezado a producirlos en serie que ya había una lista de espera para hacerse con un modelo. Eso sí, los Fritchle eran coches de lujo. Mientras que un Ford con motor de combustión de la época costaba el equivalente de 14.000 dólares actuales, un Fritchle costaba el equivalente de unos 105.000 dólares actuales. Por cierto, si esta historia te suena es porque básicamente tiene unas extrañas (¿o preocupantes?) similitudes con la historia de Tesla (la autonomía y los viajes que hace posible, el precio, la lista de espera o de reservas, etc). Vamos, que no hay nada nuevo. Los progresos del automóvil eléctrico se hicieron patentes con el récord de velocidad del belga Camille Jenatzy y su coche eléctrico “La Jamais Contente” conseguido en 1899: fue el primer ser humano en superar los 100 km/h y a partir de ahí empezaría una lucha por ser el más rápido sobre ruedas. En 1900 se fabricaron 4.192 coches en Estados Unidos y el 28 % de esa producción eran coches eléctricos. Es más, los automóviles eléctricos representaban el tercio del parque móvil de grandes ciudades como Nueva York, Boston o Chicago. De hecho, la flota de taxis de Nueva York, por ejemplo, se componía esencialmente de eléctricos. Se diseñaron incluso columnas públicas de recarga para coches eléctricos en las que el automovilista podía escoger la intensidad (de 25 a 80 A) para las baterías de su coche. El coche de gasolina le gana la batalla al coche eléctrico En 1908

Suscríbete a nuestra newsletter